CUARESMA, EN ESPERA DE LA PASCUA
Queridos Hermanos Presbíteros, hace poco tiempo que hemos celebrado nuestros Retiros Espirituales, en clima de fe y de esperanza y, al mmismo tiempo, de profunda comunión.
Todos damos gracias a Dios y la Virgen Santa por esta gracia de poder profundizar nuestro ministerio, este llamado que el Señor nos hizo un día y que, por su misericordia, nos sigue haciendo todos los días.
La Cuaresma adquiere para nosotros, a la luz de los Retiros, el valor de un tiempo, de conversión no sólo génerico, sino profundamente personal.
La luz de la Pascua ilumina nuestro camino y nos recuerda el valor del «Amor primero» , el amor que Dios nos tuvo desde el principio.
Hoy, nos toca acompañar a nuestras Comunidades en este camino de salvación, de purificación del corazón y de la vida.
Necesitamos ser Santos para un pueblo santo, profundamente comprometidos con la esperanza de nuestro pueblo.
Para poder ser maestros necesitamos ser antes discípulos y dar nosotros mismos sentido a la oración, el ayuno, a la limosna. Cultivar una oración que nos haga hombres buscadores de la voluntad de Dios.
Fomentar un ayuno que nos conscienta centrar nuestros sentidos, inteligencia y voluntad en la búsqueda del Reino y su Justicia.
promover una limosna que nos haga solidarios con todos aquellos que padecen necesidad y, precisamente por ello, nos necesitan.
Como presbíteros necesitamos sembrar esperanza y sentido en el corazón de nuestras comunidades, de nuestros hermanos más pequeños.
Pidamos al Señor que nos resucite a una vida nueva en justicia y santidad. Así, las celebraciones pascuales serán, después del Triduo Santo, experiencia de gracia.
Les encomiendo a todo con profunda devoción.
Los días que hemos pasado juntos a los pies de la Virgen del Cisne me han abierto a la fraternidad y a la amistad sacerdotal con nueva fuerza y entusiasmo.
Doy gracias a Dios por todos Ustedes y renuevo mi compromiso de acompañarles en este camino de fidelidad que el Señor a trazado para todos nosotros.
En la esperanza de la Pascua, les abrazo y bendigo.
marzo, 2009
Mons. Jullio Parrilla Díaz
Obispo de Loja